martes, 14 de febrero de 2012

Pena dos namorados

Pena dos Namorados

Cartel 
Hoy es San Valentín, y por todo el mundo habrá parejas haciendose regalos (rosas, joyas, bombones...) y saliendo a cenar para celebrarlo. Lo típico tópico. En cambio, mi pareja y yo decidimos celebrarlo el domingo. Sin regalos y sin cena. Nos fuimos a pasar el día por ahí y visitamos sitios que nos parecían bonitos e interesantes de conocer: Pena dos Namorados, Castillo de Sobroso, etc. Estos días os hablaré de ellos, ya que creo que cada uno es merecedor de su propia entrada.
Lo primero que visitamos fue "A Pena dos Namorados". Se trata de dos rocas gigantes, que tienen una forma curiosa y una bonita leyenda en torno a ellas. Es un pena el estado en que se encuentran, todas llenas de pintadas... Normalmente soy muy dada a perderme y dar mil vueltas antes de llegar a dónde quiero ir. Pero esta vez no fue así. Partiendo de la oficina de turismo de Ponteareas, dirección Ourense, se sigue todo recto hasta llegar a un Kia Motors. Aparcas y ya ves la bonita señal  que te indica dónde queda la Pena. 2 minutos andando, como mucho, y allí estas. Ojalá el castillo fuese tan fácil... ¡Qué de vueltas!
Al ladito de la Pena, hay un cartel en el que está la leyenda del lugar. Os la transcribo aquí, traducida, que estaba en gallego. A ver si os gusta.
Aseguran los más viejos del lugar, que en otro tiempo vivía en el Castillo del Sobro Don Álvaro de Sarmiento, padre de una hermosa doncella en edad de enamorar. Aldiña, que así se llamaba, le había entregado su corazón a Tristán, un campesino de la zona o señor de la Fortaleza de la Picaraña, según quién nos lo cuente. En cualquier caso, amores furtivos y prohibidos por Don Álvaro. Parece ser que los amantes hacían por verse al anochecer en un lugar alejado de miradas indiscretas: a Pena dos Namorados.
Mas esas citas clandestinas llegaron a oídos de Don Álavaro, que decidió verificar los rumores. Disfrazado de mendigo fué siguiendo las pisadas de Aldiña hasta llegar al lugar y comprobar con sus propios ojos lo que ocurría. Lleno de ira esperó escondido  que su hija se fuese para encararse con el amante. Don Álavaro no atendió a razones y empezaron a pelear, hasta que su espada atravesó el corazón enamorado de Tristán. Después arrojó el cuerpo contra los matorrales y huyó.
Aldiña, desconocedora del suceso, siguió acudiendo a su cita diaria en la Pena dos Namorados. Durante tres noches esperó la llegada de Tristán sin resultado. Entre lágrimas, la tercera noche escuchó las campanadas del Monasterio de Canedo, y se le apareció la figura fantasmal de Tristán para explicarle que su cuerpo fué hallado por un vecino, que fué su padre, Don Álvaro, quien le dió muerte, y que esas campanas anuncian su entierro y que dentro de tres días más, estarán juntos para siempre.
Al amanecer, cuando Aldiña llega al castillo, se cruza con su padre sin mediar palabra, y se encierra en la torre del Homenaje. Será la última vez que Don Álvaro la vea con vida, pues, entre lágrimas, la vida se le va escapando y muere al tercer día.
Desde entonces, acuden  a la Pena dos Namorados, parejas de los alrededores para preguntar por su futuro amoroso siguiendo el rito de las tres piedras. Colocados de espaldas a la roca y después de haber recogido tres piedrecitas del suelo, deben tirarlas por encima del hombro. Si las tres quedan en lo alto de la piedra, significa que casarán en el plazo de un año. Hay quien añade que si sólo quedan dos, este plazo se alarga hasta los dos años; si sólo queda una, la boda tardará aún más tiempo; y si no queda ninguna, esa pareja no tiene futuro.
¿A que es bonita? La verdad es que nosotros no tiramos las tres piedras... Lo que tenga que ser, será, y no será una roca la que guie mi vida. Porque imaginaos que no me queda ninguna arriba... Qué tristeza, ¿no? ¿Vosotros las tirariais?
Saludos!!! Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ

1 comentario:

  1. Ooohh, me ha gustado mucho la leyenda. Como siempre, llena de tristeza y desesperanza. Una especie de Romeo y Julieta.

    Yo tampoco hubiera tirado las tres piedras, Alétheia. No se, como tú dices, lo que tenga que ser será.

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