martes, 28 de febrero de 2012

Como Alicia...

Alicia, siguiendo al Conejo Blanco, entra en su madriguera y acaba en el País de las Maravillas. Un lugar mágico donde comiendo pasteles y bebiendo extraños brebajes puede cambiar tu tamaño. Un lugar, en el que los animales hablan, las cartas son soldados, y cualquier cosa, por irreal que parezca, te puede suceder.
Cuando vi este árbol, con su puerta, no pude evitar acordarme de Alicia. ¿Y si lograse abrir esa puerta? ¿Me encontraría al otro lado con un país mágico? En ese momento deseé poder hacerme pequeñita y cruzar al otro lado. Llegar a un mundo mágico, donde todo carece de sentido pero a la vez cada cosa tiene su lógica. Tener un debate con una mariposa, echar una carrera con un jirafa y... ¿Porqué no? Tomar un café con las hadas.
En ese mundo, no habría guerras, ni discusiones, ¡ni problemas! Sus habitantes serían felices, y vivirían cada día una aventura. Y yo las viviría con ellos. Un día iríamos en busca de un tesoro oculto, siguiendo pistas dejadas por los duendes. Otro día, las sirenas nos darían algas mágicas, con las que haríamos una escalera para subir a las nubes.  
Pero ni yo soy Alicia, ni ese árbol esconde la entada a un mundo mágico. Así que soñaré mis aventuras, y me encontraré con esos personajes en mi imaginación. Y lo que no me pueda imaginar, me lo inventaré, sin ponerle límite alguno a mi fantasía. ¿Y quien sabe? Quizás algún día todo se haga realidad.

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